La próstata es una glándula sexual accesoria del varón, situada por delante y por debajo de la vejiga, formando parte de la uretra posterior.

¿Qué es la uretra?

La uretra masculina es una estructura tubular que se extiende desde el cuello de la vejiga, atraviesa la próstata (uretra prostática), y después de cruzar el suelo de la pelvis y el periné (uretra membranosa y bulbar), continua por la cara ventral del pene (uretra peneana y navicular), finalizando en el meato uretral.

La uretra vehiculiza el paso de la orina desde la vejiga (almacén de la orina), al exterior. Así mismo, durante la eyaculación, lleva el semen desde la uretra posterior hacia el exterior.

¿Para qué sirve la próstata?

La función principal de la próstata consiste en la producción del líquido prostático, que sirve para proteger y capacitar a los espermatozoides, ayudando de este modo aumentar la función reproductiva del varón y por tanto, a mejorar las posibilidades de fecundación.

¿Qué proporción de líquido prostático hay en el semen?

La próstata de un adulto normal, aporta aproximadamente, el 30 %, del líquido seminal. La próstata tiene el tamaño de una castaña y el líquido prostático contenido en una eyaculación normal, contiene ácido cítrico, fosfolípidos, colesterol, carnitina, fosfatasa ácida, zinc, y otros iones como cálcio, sodio, potasio, cloro., y una glucoproteína que es el PSA (antígeno específico prostático).

¿Qué e el PSA?

Es una gluco proteína que se sintetiza exclusivamente en las células prostáticas. Una pequeñísima fracción de este PSA pasa a la sangre y es un marcador que nos permite medir su concentración en el plasma sanguíneo.

Sus resultados se expresan en nanogramos por mililitro (ngr/ml).

El PSA puede estar por encima de sus niveles normales en cualquiera de las patologías prostáticas (prostatitis, hiperplasia prostática benigna y cáncer de próstata). El urólogo interpretará los resultados y hará el diagnóstico diferencial contando con otras pruebas complementarias.

En la próstata del varón adulto se pueden diagnosticar, fundamentalmente, tres tipos de patologías:

  1. Prostatitis (patología inflamatoria)
  2. Hiperplasia prostática benigna (patología tumoral benigna).
  3. Cáncer de próstata (patología tumoral maligna).

En este post, nos ocuparemos de las patologías inflamatorias: Prostatitis.

Existen pocos trastornos del aparato genito-urinario que generen tanta confusión, así en pacientes como en médicos, como las inflamaciones de las glándulas prostáticas.

Un progreso importante supuso el reconocimiento de que el término “prostatitis”, no se refiere a una enfermedad como tal (caso de la prostatitis aguda bacteriana), sino que, puede presentarse en diversas formas y síndromes. Estos responden a causas distintas presentando manifestaciones y secuelas diferentes.

Es por tanto fundamental establecer un diagnóstico preciso y evaluar las diferentes estrategias de tratamiento.

Prevalencia de la prostatitis

Dentro de las infecciones la prostatitis constituye la infección urinaria más habitual en el varón entre la segunda y cuarta década de la vida. Si estratificamos su prevalencia por edad, estaríamos hablando de hasta un 11 %, en sujetos menores de 50 años.

¿Cuántos tipos de prostatitis conocemos?

  1. Prostatitis aguda bacteriana: infección aguda de la glándula que cursa con disuria (dolor al orinar), polaquiuria (aumento de la frecuencia miccional diurna y nocturna), hematuria (presencia de sangre en la orina), fiebre alta y mal estar general.
  2. Prostatitis crónica bacteriana: Infección urinaria recurrente
  3. Prostatitis crónica abacteriana, conocida actualmente como “síndrome de dolor crónico pélvico”, que a su vez se subdivide en:
    • Síndrome de dolor crónico pélvico inflamatorio.
    • Síndrome de dolor crónico pélvico no inflamatorio.

En estos síndromes además de los síntomas urinarios que pueden estar más o menos presentes encontramos un dolor referido en áreas dispares, unas veces:

  • Suprapúbica
  • Otras veces perineal
  • Otras veces en área lumbosacra
  • En la cara interna de los muslos

Además, puede haber:

  • Pérdida parcial de la erección
  • Dolor al eyacular
  • Eyaculación precoz
  • Hemospermia (presencia de sangre en el semen).
¿Cómo llegamos al diagnóstico?

En el caso de prostatitis aguda es muy importante la recogida de la orina para el cultivo, antes de iniciar el tratamiento antibiótico que se impondrá precozmente, debido a la severidad de los síntomas (fiebre alta, malestar general).

Una vez sepamos el resultado del urocultivo con el antibiograma correspondiente, veremos si el antimicrobiano que prescribimos anteriormente, es el adecuado o si es necesario cambiarlo, en función de la sensibilidad del antibiograma.

En el caso de la prostatitis crónica, se practicará un cultivo fraccionado que el urólogo obtendrá en la consulta.

El tacto rectal nos indicará el tamaño de la glándula, si es o no dolorosa a la palpación, la existencia o no de nódulos, si existe reflejo miccional, y si hay emisión de líquido por el meato uretral.

Las pruebas complementarias incluyen:

  • Análisis de sangre y orina: En sangre en muy útil el valor del PSA que suele estar elevado en el caso de las prostatitis agudas y nos irá informando en sucesivos análisis sobre la evolución de la infección.
  • La ecografía prostática transrectal, nos informará del tamaño de la glándula, de la simetría o asimetría de los lóbulos prostáticos, del posible incremento de los plexos venosos periprostáticos de la presencia o no de nódulos, de la presencia de calcificaciones (litiasis prostática endógena).
  • Estudio urodinámico: puede ser útil en los casos de síndrome de dolor crónico pélvico no inflamatorio.
  • Flujometria aislada.
  • Citología de orina.
Tratamiento

En el caso de la “prostatitis aguda”, como patología infecciosa grave, exigirá un tratamiento antibiótico (a veces por vía parenteral), una vez hayamos recogido la orina para el urocultivo. En estos casos, además antiinflamatorios, antipiréticos.

Escogeremos un antibiótico (a la espera del antibiograma) que puede estar a las 48 horas).

Las prostatitis crónicas bacterianas se paúta un tratamiento antibiótico (habitualmente de la familia de las quinolonas) en ciclos que pueden durar de 6 a 12 semanas, con controles microbiológicos fraccionados.

En las antiguamente catalogadas como prostatitis crónicas abacterianas que hoy denominamos síndrome de dolor crónico pélvico, encontramos dos subcategorías, en las cuales, los diferentes tratamientos no se hallan tan unánimamente respaldados por trabajos en la literatura científica. En algunos, el empleo de ciertos antibióticos, así como fármacos que se denominan alfabloqueantes, han demostrado su eficiencia. También en casos muy seleccionados se ha encontrado mejoría de los síntomas con inhibidores de la 5-alfareductasa, así como el empleo de relajantes musculares, técnicas de bioretroalimentación (bio-feedback), así como cambios en el estilo de vida.

Como vemos es esencial la visita al urólogo que hará un estudio metodológico exahustivo y valorará las exploraciones complementarias adecuadas para llegar al diagnóstico correcto.

En resumen, además de la utilización de antimicrobianos y aunque la obstrucción del cuello vesical es una complicación infrecuente del “síndrome de prostatitis”, los fármacos que producen una apertura de la región de salida de la vejiga (relajación del músculo liso del cuello vesical y de la próstata), pueden contribuir a aliviar esos síntomas molestos, tanto obstructivos como irritativos, y a mejorar la deteriorada calidad de vida con la que estos pacientes conviven.

Miguel Litton

Urólogo